Nos recibieron con todo un comilón polaco compuesto por más salchichas, vegetales, cerveza, vino, queso, pan y muchas conversaciones en polaco, inglés y español para pasarla bien.La casa espectacular, hecha de madera, con una sala donde pasamos el resto de la tarde tomando vino, comiendo dulces, jugando pool, intentando tocar piano y calientitos con el fuego de una hermosa chimenea que le daba un toque especial al lugar.
Lo único raro de la casa era el bullicio que armaban las termitas destruyendo los troncos que la sostienen. Las termitas más laboriosas que jamás haya escuchado en mi vida. Daban la sensación de que la casa se nos caería encima en cualquier momento. Una lástima, porque aquel lugar era el paraíso.
Esa fue la casa en la que NO nos quedamos la tercera noche, pues nuestro plan, como buenos aventureros, era acampar. Así lo hicimos, a unos 200 metros de la casa, y detrás de la casa en construcción de los papás de Asia en el mismo terreno. Muy cerca de Primavera que trataba de hacer como una vaca pero sonaba más bien como un elefante queriendo ser perro :S Pobre Primavera, necesita más compañía vacuna y menos compañía humana. Se deja sobar y alimentar tal como un perro. Y cuando la gente se va comienza a correr atrás como reclamando compañía. Un ser curioso.
Ese fue el largo fin de semana en el Norte del país. Lo más pesado de todo fue el regreso. Pues, les mencioné antes que Polonia entró en la UE hace tres años y hay mucho dinero entrando y muchas construcciones en proceso, incluidas las carreteras, en las que ponen semáforos que duran unos 20 minutos en cambiar de luz para dar paso a los carros cuya vía está cerrada por motivos de la construcción. Fue un viaje eterno, pero no me quejo. Lo pasé genial.