Lisboa?! Si! Lisboa!...Mariana me propone una semana atras: vamonos a Lisboa un fin de semana. Yo con mis mil cosas en la cabezas (básicamente trabajo) lo dude bastante, pero al final el lunes ella me llama: si consigo pasaje te vienes! Cómo rechazaba una invitación asi: Un fin de semana en una esquinita soleada de Europa para conocer y relajarse. Mariana me dice Cancela tus clases del lunes, puedes? que hay un vuelo con salida el sabado en la mañana y con regreso el lunes. Y así comenzo la historia...Así que en mi semana de trabajo sin mucho tiempo para pensar en el viaje me concentré en dejar al día mis responsabilidades. Llega el viernes por la noche y al final de la noche, ya muy tarde antes de acostarme hago la maleta y dejo la laptop y el cepillo dental sin empacar. Programo celular con alarma para las 4:00 a.m.En el camino el borracho hace preguntas a las que a veces respondo y a veces no. Que qué estoy haciendo en Varsovia, que tranquila que vamos a llegar, que faltan 10 minutos, que faltan 8 y yo deseando meterle un par de medias en la boca estresada y preocupada. Veo luz cuando delante de mi aparece el aeropuerto (ya estando muy cerca pues todo estaba cubierto de neblina). Al llegar grito muchas gracias y al intentar bajarme el borracho me agarra y comienza a decirme que no he pagado la carrera. Yo no podia creerlo ¡Que canalla! ¡Ya le había dado 50! Yo me altero, le grito que si eso es lo que quiere. Le zampo una cachetada con todas mis ganas, y cometo el error #6 en una serie de errores: en lugar de darle el billete al taxista le doy por segunda vez un billete de 50 al tipo. Me voy corriendo hasta el mostrador para chequearme y mientras muestro mi pasaporte y espero mi ticket de avión se aparece una pesadilla ante mi: el borracho se para a mi lado gritando en Inglés y en polaco que yo me fui sin pagar la carrera, que no me puedo ir así, que debo un taxi. Que son 350 zlotych. Que?! 350?! De Podwale hasta acá?! Qué descaro! Y le grito a la tipa en inglés que por favor no le crea, que estoy apurada, perderé el avion, que yo no conozco a este tipo. Que está tratando de robarme. Que como estaba apurada tomé un taxi con él pero no se quien es. Y la tipa me da mi pasaporte y ticket y yo salgo corriendo hasta la zona de control de pasaportes soñando que al entrar ahí me libraré del tipo. Pues NO! El tipo me sigue, y yo entre mis nervios fallo tres veces en ir a la ventanilla adecuada, y en lugar de ir a una de pasaportes del mundo me iba a las ventanillas de UE. Ya en la cuarta, esta vez la correcta, creo que por fin lo voy a lograr ¡Pues no! El hombre ha buscado a un policía. El policía me quita el ticket y el pasaporte. Yo me desespero más y lloro mientras le trato de explicar entre llanto, gritos y balbuceos que esto es injusto, que tengo que irme. Mi rabia se ha multiplicado por diez a la n cuando el tipo (policía) que no habla inglés lo único que hace es gritarme en mi cara que me calle! Shut up! Shut up! Shut-up gritaba una y otra vez. En ese momento el mundo que me quedaba se me viene encima y pienso Eres extranjera, no hablas polaco, este tipo esta metiendo un cuento. Tal vez de entrada le crean a él y si sigues así de escandalosa lo que vas es motivar a que te encierren y no sólo perderás el avión si no que tal vez termines presa en un país extranjero. Luego de esa rápida reflexión motivada por el cruel e injusto “shut up” del policía y por las miradas de la gente en el aeropuerto fijas en nosotros me cayo sin parar de llorar y noto que de la nada aparece el taxista. Él responde con señas y en polaco lo que parece la versión real. Que le dí el dinero al borracho y él no se lo dió al taxista. El borracho que no deja de gritar groserías y demás cosas en inglés y en polaco termina obstinando al policía a lo que este decide meternos a mi y al taxista en el departamento policial y dejar al otro afuera. Y ahí sin prestarme a mi la más mínima atención le pide explicación al taxista. El taxista explica haciendo énfasis en lo que a él le interesa: que no le han pagado su carrera. El policía me hace señas de que le de dinero al taxista. Saco el tercer billete de 50 y se lo doy al taxista y al hacer esto el policía me devuelve mis papeles e invita a que salgamos de la oficina y sigamos nuestro camino. Yo me quedo fría pensando en la injusticia y grito ¡¿Qué hay con aquel borracho que me robó mi dinero?! ¡¿Qué hay de eso?! Y al instante pienso que igual aún estoy a tiempo de coger mi avión y me voy llorando decepcionada hasta mi puerta de embarque. No hubo nada que pudiese calmarme ni dejar de hacerme sentir estúpida.
Al final había logrado lo que quería: coger mi avión. Pero por un costo incalculable. No por los 100 zlotych que me robaron descaradamente, si no por toda la verguenza y la rabia experimentadas, y la injusticia con que fue tratado el asunto.
No fue si no hasta estar en el aeropuerto de Amsterdam que me calmé y comencé a disfrutar de la vía y dejé a un lado todas las ideas locas que si de demanda o de amenaza o de otras más en contra del tipo que se me ocurrieron y, además de disfrutar, pude reflexionar mucho sobre lo sucedido. Hay muchas moralejas en toda esta historia y muchos errores. Y si notaron que comencé a contar desde el error #4 en la cadena de errores, aquí les dejo los demás:
Error #1: No haber cargado mi celular con dinero anticipadamente.
Error #2: Haberme acostado tarde y no haber chequeado que el celular con alarma estuviese cargado.
Error #3: Haber entrado en pánico y dejar que los nervios me dominaran
Y ya saben cuales fueron todos los demás.
Creo que la lección más importante fue la importancia de aprender a controlar las emociones. No importa cuanta razón, rabia o tristeza puedas tener, actuar según esos sentimientos muchas veces conduce a hacer las cosas mal, muy mal: pedir ayuda a un borracho. Llorar y gritar. Correr, entre otros.
Además de esa lección me sorprendí de ver lo patético y maluco que puede llegar a ser un ser por unos pocos centavos...¡Canalla!
En el próximo post les contaré un poco sobre Lisboa y mi viaje que desde ya les digo, compensó todo ese mal rato que pasé ;)
